Por Sean Thornton.
Han tenido que pasar dos días para digerirlo todo. No ya el partido, una final de Champions que me gusta ver siempre aunque juegue el Metalurg de Donetsk contra el Anorthosis, sino todo lo que ha pasado este mes. Qué jodida barbaridad. Lo nunca visto. La hostia, en definitiva. La mención más famosa al triplete se la recuerdo a Beckham en su primer año en el Madrid, soltándola con una cara de gilipollas que asustaba. Pues hala, ya está. Y no han sido las ratas blancas las que lo han conseguido primero, como predijo el Kurt Cobain del fútbol. Y si no al tiempo.
Ya metiéndonos en el partido, leo hoy que Pek motivó a sus jugadores con escenas de Gladiator intercaladas con metraje de ellos mismos. Bueno, versión oficial, fijo que ahí se colaron escenas de Expreso de medianoche y 300, terror me da pensar en esos siete minutos que dicen que duró a oscuras y con la puerta cerrada, llave en el bolsillo del segundo de a bordo. Así salieron, que durante los primeros diez minutos y probablemente debido a la presencia de Alexandr Chikatilo Hleb ya no en el banquillo, sino ¡en el palco!, dominando la situación, influyendo en la zozobra como el emperador ese de Star wars, dando mal en definitiva, parecían pollos sin cabeza. Menos mal que Hermano marcó pronto, dejando sentado al chetnik Vidic.
Hablando de headlesschickenismo, me gustaría destacar especialmente al chino del Manchester. Parecía Munitis en sus primeros tiempos en el Racing, cuando tan pronto lo veías defender una falta en contra en el segundo palo como, al cabo de tres segundos y medio, provocar un córner en campo contrario, con esos huevos que demuestra la gente que logra salir del gulag que es Cantabria, tras innumerables penalidades y tremendas privaciones. Mira que corrió el amarillo ese, joder, con lo canijo que es, y no se cansaba. Al menos nos enseñó su kung fu un par de veces en las que después de un trompazo contra alguien se levantó de inmediato. Una vez tras una plástica voltereta, el muy cabrón. Lo sueltas en Humor amarillo y arrasa.
Cumplida la cuota con nuestros hermanos del este, regresemos al asunto. El Barça empieza mal, muy mal. Se nota que Pek intenta que la saquen los centrales desde las bandas, como contra nosequé equipo ahora mismo, creo que la ETA en la final de la Copa del Rey. De puta madre, el primer pase de Multicines a Piqué ya va fuera, soprendido éste ante el incesante acoso del anteriormente mencionado chino y pensando seguramente en los tormentos de Fu Manchú. Menos mal que luego se repuso; y menos mal que era Piqué, que llega a jugar aún Oleguer De Juana Chaos y le suelta al charlie unos billetes para que su hermana se cure la tos. El cabrón este corriendo como un gitano delante de la madera, Rooney cubriendo la banda izquierda como si le fueran a dar más pastel de riñones por ello, Carrick de tapón cortando juego y repartiéndolo y el gitano de verdad intentando con peligro meterle un gol al Barça, en vez de estar robando cobre o aparcando autos de choque. Menos mal que vino Iniesta, el niño vampiro, O menino do mármol, el mejor reputísimo jugador español junto con el funcionario Hernández, a poner orden, razón y justicia en el campo. Hala, pásame el balón, que me voy, y se va, se va y no lo pilla nadie, ve a Hermano abierto a la banda y venga, métela joder, que yo no puedo chutar que me rompo. Y Hermano deja clavado al Slobodan ario ese y se la clava al lado del poste al extrañamente incómodo de ver Van der Sar, un tipo con dos Champions en dos equipos distintos. Luego ya la celebración del gol es un poco extraña, pero teniendo en cuenta que con la crisis la demanda de jaco ha aumentado y no hay oferta para satisfacerla por completo, entiendo que cuando te de el mono y tengas al dealer viniendo a toda hostia en un Gulfstream desde Kabul te pongas tenso. Fijo que a la media parte ya tenía un buen fardaco de medio kilo en el vestuario.
A partir de ahí se acabó el Manchester. Y para el Barcelona, una sensación rarísima, la de marcar en el primer cuarto de hora y no sufrir continuamente por si el otro equipo remonta y te la acaba clavando, justo lo contrario que le viene pasando a la insufrible afición culé desde la fundación del club. El hijo de Busquets me chirriaba de titular, pero se limitó a cumplir de manera sobria su cometido, el de hacer de pivote al primer toque, dar coberturas, no complicarse la vida y sobre todo tocar los huevos sobremanera al rival, aunque en esta ocasión tenía el hándicap del idioma para sus continuas menciones a esposas, hijas y madres de los rivales. A ver si os creíais que las tarjetas que provoca son por su jeta bonita o por el tatuaje ese en moro que lleva en el antebrazo, Busi Jr debe tener la boca más sucia que la conciencia de Josef Fritzl. Hubiera puesto de inicio a Sexual Healing, pero el muchacho de Ciutat Badia cumplió bastante mejor que contra el Chelsea, aunque Giggs y Carrick no hubieran pasado la ceremonia de iniciación a la adolescencia de los centrocampistas blues. Cinta Dunlop para el pelo, navaja suiza y un león y hala, ya volverás.
Si Busi cortó y no dejó hacer, qué decir de Touré y Piqué, sobre todo este último. Hace un huevo de tiempo que no veía pases rasos a 30 metros de esa manera, qué barbaridad. Cinco kilos de nada que costó que Zampabollos volviera a su equipo, tras estar de becario en Manchester y de legionario en Zaragoza, y ha salido bien el melón. Y metió un gol en el Bernabéu. Un central. Subiendo como Alexanko, a mi que los arrollo, al final del partido. Si eso no es hambre, que baje dios y lo vea. Y King Kong, joder, que parecía deshauciado al principio de la temporada, míralo ahora, meándose a quienquiera que se le ponga por delante y marcando en la final de la copa del Rey. Rey que, por otra parte, ponía todo de su parte para despertar a Papi Silvio de la siesta con esas disimuladas tosecillas, que parece que la lolita que se enchapeta il Cavaliere últimamente lo dejó para el arrastre el miércoles. Bonita entrada al estadio la del Borbón, parecía Tony Stark con ese Maseratti oscuro entrando al Olímpico de Roma. Si no fuera por lo abuelo que está, hasta Clint Eastwood se hubiera puesto a correr al lado, del gozo que hacía. Zapatero estaba por ahí también prometiendo movidas, y Reical, y el putas de Figo, y la alegría de la huerta de Montilla, que se llevó a tres veces más Mossos que madera nacional envió el gobierno. Esperaba ver un máster clínic internacional de cargas por parte de los Mossos, quizá contra los carabinieri o contra los bobbies, del palo almogàver. Iban a saber esos spaghetti la verdad de la vida a golpe de cubotán, mecagüendiós, tanta camorra, tanto parmeggiano y tanta hostia. Que se van a colonizar África y acaban gobernando Etiopía y Eritrea, se ha de ser gilipollas. Menos mal para ellos que Ducati está en Bolonia, aún a día de hoy se salvan pecadores por un puñado de justos. Aún estoy esperando leer la crónica del partido de Andrea Bocelli, encima son vagos hasta la extenuación por aburrimiento.
Con tanto ilustre invitado discurría plácido el partido para el Barça, con un Acondroplástico haciendo diabluras entre el mediocampo y la delantera, llevado el primero con maestría por el funcionario Hernández y el niño vampiro, y las subidas por las bandas de Puyol y Sylvinho, al que se le tendría que hacer un monumento en la montaña de Montserrat, allá con la moreneta; eso sí, con unas bonitas grapas niqueladas cerrándole la boca como sutil indirecta; y Hermano y Cacahué, renqueante aún pero incisivo como una hija de puta, abriendo espacios y desquiciando a O’Shea y al pigmeo Evra, un tipo que se trajo Ferguson de souvenir en el bolsillo de a saber dónde pensando que era un primitivo G.I.Joe al que decidió darle la titularidad en su equipo tras comprobar que ese diminuto homúnculo estaba vivo, sabía usar cubiertos para comer con sus pequeños pulgares oponibles y corría mucho. De casualidades como esta está la historia llena. A todo esto, el chino seguía corriendo de aquí para allá sin saber que las amenazas del gobierno de matar a su familia y cobrarle las balas eran cosa del pasado, y es que toda burocracia está sujeta al azar de errores humanos, el aferiantado se seguía mirando en el videomarcador y haciendo gestos como de rabia al acordarse de que se había olvidado el bocadillo de frango en la repisa de la cocina, y Tono Saludable de Piel Ferguson sacó a un tipo con pinta de funcionario suplente de tráfico, que para más inri es búlgaro con la capa extra de tono gris que eso supone si no pertenece a la etnia calé que engendró a terroristas del rigor como Stoichkov, Penev o Kostadinov, y a una especie de ser antropomorfo con pinta de náufrago, si alguien naufragara en un sitio mezcla de la Rosilla, las Tres Mil Viviendas, la Mina y el barrio más chungo de Das-Er-Salaam, que también corrió mucho y además le enfocaron las cámaras, al estar ya casi en horario para adultos. Luego la gente se extraña del consumo de somníferos, benzodiacepinas y alcohol, así en general.
Nada, ¿eh?, ya se estaba acabando la cosa cuando Hernández metió un estratosférico pase para que el pequeño Messi, metro cuarenta, último puesto en crucigramas en su colegio, piernas cortitas como las de un hámster pero potentes como los espermatozoides de José Luis Cantero, El Fary, metiera un gol de cabeza, ¡de cabeza!, entre las dos torres del Manchester, el criminal de guerra serbio y el Ali G ese primo de Les Ferdinand. Adiós. A vuestra puta ciudad industrial con nubes de mierda tóxica, dudosos hábitos alimenticios y gente con pecas. Hernández soltándole un ¿pero qué haces, gilipollas? a Ronaldo cuando este se atrevió a decirle algo a Puyol después de entrarle con ese estilo sucio que se consigue viviendo en carretas con toldos de colores, Scholes agrediendo a Busquets al darse este último cuenta de que la mímica también sirve como medio de comunicación y es universal, el chino que seguía corriendo en el párking del estadio, que nadie le dijo que parase… El influjo de Hleb se apoderó del Manchester United, la verdad se impuso y el bien ganó una vez más.